Un tratamiento de Reiki consiste en canalizar energía tanto
hacia un lugar específico donde existe un problema como al cuerpo entero de una persona, dependiendo de la dolencia y el tipo
de tratamiento.
La mayoría de los tratamientos se hacen con el paciente acostado
sobre una camilla y cubierto con una manta.
El reikista coloca sus manos suavemente sobre la zona afectada,
o en el caso de un tratamiento completo, en todo el cuerpo empezando por la cabeza y terminando en los pies. Cada posición
de las manos es mantenida durante 3 minutos sobre los chakras o centros energéticos principales.
Las zonas donde se te aplica el Reiki pueden sentir
calor o frío durante el tiempo que las manos están presentes en esa parte del cuerpo. Es una forma que tiene el
cuerpo de ayudar a que fluya la energía.
El Reiki es muy eficaz, para notar sus resultados, se
recomienda una serie de tratamientos de 4 sesiones. En la mayoría de los casos ese numero de sesiones es suficiente para solucionar
problemas de estrés, tensión, ansiedad, insomnio y problemas emocionales.
Problemas físicos pueden llegar a necesitar más sesiones.